Blog

La salud y el miedo.

Siempre pensé en el miedo como esa experiencia pasajera, quizá puntual cuando piensas en términos absolutos como la muerte o la eternidad… Un flash de descarga de adrenalina cuando pegas un frenazo porque el coche de delante de repente se ha parado, una sensación agobiante o angustiosa a la espera de resultados médicos… Incluso en este último caso el miedo al dolor o a la muerte cuando esas pruebas no han salido bien…

Pero hoy quiero hablar de otro miedo, de ese que no había contemplado hasta ahora ya que últimamente se convierte en compañero inseparable de mucha gente, enemigo común que tengo que contemplar un día detrás de otro desde hace meses.

Si, me negaba a poner en mi primera entrada la palabra pandemia… pero es que resulta que yo escribo de la vida y del presente y, ya no diré por desgracia, porque si algo he aprendido en la vida es que la realidad es neutra y somos nosotros los que ponemos etiquetas o teñimos su color, pero es un hecho que el covid 19 como fenómeno, y no como virus, ha modificado nuestras vidas.

Habrá quién diga que obviamente este fenómeno no aporta nada bueno, pero no es así desde muchos puntos. De manera muy general estoy segura que hay personas que han visto incrementada su actividad económica, digamos los fabricantes de mascarillas, las empresas de comercio on line… El planeta y el clima en global pudieron verse aliviados aunque fuera momentáneamente por el cese de las emisiones de contaminantes por el cese forzado de muchas producciones… Y entonces habrá quien diga eso es una minoría ( si, pero existe y ya no podemos decir que el covid es totalmente negativo), pero ¿y a mi? Yo he tenido que sufrir un confinamiento en mi casa, yo he perdido mi empleo… Se me ocurren mil efectos que ahora no mencionaré.

Pero si nos paramos a pensar, a parte de esos problemas y aún cuando no aparecen, hace su entrada el miedo. Miedo a no se sabe muy bien qué, a morir a perderlo todo, a sufrir… Y digo yo, esos eventos, la muerte, el miedo al dolor… ya eran fenómenos inherentes a la vida del ser humano pero que habíamos dejado de sentir.

En psicología se dice que el miedo tiene la función de protegernos, de evitar un mal mayor pero cuando se trata de miedo a algo abstracto o tan poco definido, el miedo pierde su función. Entramos en una espiral de ansiedad, angustia y nerviosismo que puede ser cíclico… Es como un enemigo silencioso porque no tenemos esa descarga de adrenalina momentánea que nos hace sudar y nos acelera el pulso. No, es algo más larvado y sibilino, es un estado constante de prealerta, en algún momento lo olvidamos, pero en cuanto encendemos la tele o bajamos a la panadería, la palabra pandemia parece una pan- realidad, de repente todo lo demás ha dejado de existir y nuestro organismo responde a ese pensamiento machacón segregando cortisol, la hormona del estrés mantenido.

Esto a la larga tiene efectos muy nocivos en la salud, se desencadenan reacciones de manera exagerada, se agotan reservas de nutrientes esenciales o aumentan los radicales libres… Y no hablemos de lo que nivel emocional supone estar en una preocupación continua sobre un problema que ni siquiera podemos acotar o resolver en algún punto… Podemos protegernos, pero eso no evitará al 100% que no nos contagiemos, ya no de covid si no de cualquier otra infección o afección, es más, viviendo en un estado de miedo y estrés mantenido contribuimos al desgaste de nuestro organismo, al desequilibrio que también ha sido demostrado, puede acabar precipitando la aparición de la enfermedad.

El miedo puede ser el despertador de muchas situaciones que creíamos controladas. El miedo hay que experimentarlo, si, conocerlo, y después aceptar que el control y la estabilidad es una ilusión… Hace 12 meses teníamos la “ilusión” de tenerlo todo controlado y la realidad se impone.

Hay que convivir con la incertidumbre y en la medida de lo posible ocuparnos de nuestra salud, de volver a dar a todas las vertientes de la realidad su peso, lo que pasa aqui y ahora y dejar fuera los mensajes cataclismicos que no nos ayudan a estar sanos y felices, en definitiva, no nos ayudan a vivir, que es a lo que hemos venido, señores.